A por una mayor independencia
Aumentan las herramientas para que los jubilados se sientan acompañados y cuiden su salud desde casa
Uno de cada tres habitantes del planeta tendrá más de 65 años en 2020, según la Organización de Naciones Unidas; el 18,4% de los españoles sobrepasaba esa edad a 1 de enero de 2015, con los datos del Instituto Nacional de Estadística. La presión sobre los sistemas asistencial y sanitario aumenta, y la tecnología se perfila como una gran válvula de escape. Innovaciones intuitivas y fáciles de usar, “transparentes”, como las describe Julián Andújar, gerente de la Fundación Tecsos, que ayuden a envejecer de forma activa, a reducir el número de ingresos hospitalarios y a retrasar lo máximo el momento de tener que abandonar el hogar.
Que nadie se imagine una maraña de cables y dispositivos en el salón de casa. Los usuarios interactúan a través de una aplicación en el móvil, la televisión -para videollamadas o para recibir formación o consejos saludables personalizados- y, cada vez más, la tableta, táctil, móvil, con la pantalla más grande que un smartphone.
En el hogar
El objetivo de la Unión Europea es lograr que sus ciudadanos tengan dos años más de vida activa en 2020
Detectores de caídas, de movimiento por infrarrojos, de gases, de monóxido de carbono, de humos; sensores de ocupación de cama, de apertura de la puerta de la calle o del frigorífico, de temperatura, de inundación; podómetro, tensiómetro. Hay todo un abanico de dispositivos que miden y generan una ingente cantidad de información que ayuda no solo a atajar un problema presente, sino a predecirlo de cara al futuro, destaca Bescós. “La salud no es algo en lo que hemos de pensar solo cuando estamos malos, es una historia mucho más rica. Ya hablamos del continuum de salud”, reflexiona. El estudio CARME (Catalan Remote Management Evaluation), con enfermos con insuficiencia cardiaca, constató en 2010 que la monitorización, junto con un trabajo psicológico y una terapia de la conducta, logró una reducción de hasta un 60% de ingresos hospitalarios. “Cuanta más información tiene un paciente, menos ingresos requiere”, concluye Bescós.
Para impulsar el uso de redes sociales o para el control médico, las propuestas tecnológicas para mayores crecen
Dar el salto
La UE ha puesto en marcha proyectos como ACT (Atención Integral Avanzada y despliegue de las soluciones de Telemedicina, según sus siglas en inglés), que ofrece ejemplos de programas que atienden eficazmente el envejecimiento y gestionan las enfermedades crónicas; o ActiveAge, que explora las posibilidades del Internet de las cosas. La European Innovation Partnership on Active and Healthy Ageing (Cooperación Europea de Innovación sobre Envejecimiento Activo y Saludable) es una red de intercambio de conocimiento sobre la materia, para compartir experiencias y buenas prácticas que puedan ser replicadas. Da la impresión, que Bescós confirma, de que el panorama está lleno de proyectos piloto aún no convertidos en prácticas generalizadas, integradas en los sistemas asistencial o de salud. “Es el gran reto. Existe suficiente evidencia científica sobre los beneficios y hay demanda por parte de los pacientes. Nos queda dar ese salto, para el que es necesario cambiar modelos y formas de trabajar”, reflexiona la experta.La teleasistencia del futuro
Smart Assist es un proyecto de I+D, liderado por Televés con la
participación de Fundación Tecsos, Fundación Vodafone y la Universitat
Politècnica de València, que parte del Internet de las cosas y el big data
para desarrollar soluciones inteligentes que “permiten personalizar la
atención, creando un entorno que integra teleasistencia móvil y
domiciliaria, promoviendo la autonomía”, informa en nota de prensa. Un
paso más en sofisticación tecnológica del servicio de teleasistencia que
utilizan unas 800.000 personas en España, donde lleva prestándose desde
finales de la década de los ochenta, con un matiz más social que en
otros países europeos. Primero, con teléfono fijo; a continuación,
también con móvil; desde 2005, con sistemas de localización GPS, a
través de la red de telefonía móvil y wifi, que localizan a una persona
incluso en el metro. La comunicación por videoconferencia consigue una
mayor cercanía a la hora de atender no tanto la emergencia como la parte
más emocional o social. “Es frecuente que los usuarios se acerquen a
los centros de atención a saludar o a llevar algún detalle. Quieren
conocer a quien está al otro lado de la línea”, dice Joaquín Andújar,
gerente de la Fundación Tecsos.
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